Heraldo de Aragón, Huesca, 27/11/07
Cuando uno baila, aunque solo sea por un instante, está deseando que el mundo sea mejor. También suele estar deseando, en otro sentido, a la persona que tiene delante, pero eso no anula lo primero. En la película de dibujos animados “Persépolis”, sobre la historia de Marjam Satrapi, se ve a gente encerrada en pisos, con las cortinas echadas, juntándose para bailar. Bailan música moderna, hasta que intervienen los guardianes islámicos. No hay una imagen mejor que ilustre la represión y el fanatismo.
En fin, lo bueno de “España baila” es que uno lo pasa muy bien viéndola, todas esas canciones que forman parte de nuestra vida, todas esas imágenes de programas como “La juventud baila”. Aparece Manolo Escobar diciendo cosas muy sensatas, y Peret, que se explica también estupendamente; y son magníficos y divertidos contando historias Los del Río. También está muy bien Alaska, en su versión de divulgadora, y los Arnau, padre e hijo, de la discoteca de Fraga. El documental va contando cómo eran los bailes de antes en España, cuando las madres acompañaban a sus hijas. Las jóvenes esperaban sentadas a que alguien las sacase, con el consentimiento materno. Esta situación aparece ilustrada con una de las secuencias más tremendas del cine español, esa de “El extraño viaje” en que se ve a un grupo de mujeres oscuras, de una España aislada y miserable, apoyadas en la pared, mientras sale a bailar una chica moderna y provocadora. Y esto nos lleva al recuerdo de Fernando Fernán Gómez, muerto en esta última semana. Fue sin duda una de los personajes más singulares, libres e importantes que ha habido en nuestro país en el último siglo. “La silla de Fernando”, donde aparece Fernán Gómez hablando durante hora y media, es un documento impresionante. Es realmente aleccionadora la defensa que hace en ella del lujo: cuenta cómo en España el éxito sólo le ha permitido a uno seguir trabajando, mientras que a lo que él ha aspirado en la vida es al lujo, a llevar una vida de lujo de verdad. Estas palabras, y otras muchas que dice, resultan hoy toda una provocación, si se piensa que en nombre del ecologismo, y al margen de las razones verdaderas que haya para la alarma, se ha venido haciendo una llamada a la austeridad que es también de carácter moral, como una especie de contrarreforma en un mundo sin Dios.
“España baila” deja entrever un oscuro puente que une a los censores clericales de la posguerra con cierto progresismo de la transición: su mismo recelo contra la música popular y ligera, contra el baile y contra “las modas extranjeras”. Igual que con Satrapi.
Ismael Grasa (Huesca, 1968) es autor de las novelas «De Madrid al cielo» (Anagrama, 1994), finalista del Premio Herralde y ganadora del premio Tigre Juan, «Días en China» (Anagrama, 1996) y «La Tercera Guerra Mundial» (Anagrama, 2002). Es autor también del libro de viaje «Sicilia» (Plaza&Janés, 2000; Ediciones del Cobre, 2004) y del volumen de poemas y relatos «Nueva California» (Xordica, 2003). Su último obra publicada es el libro de relatos «Trescientos días de sol» (Xordica, 2007), por el que ha obtenido el Premio Ojo Crítico (http://300diasdesol.blogia.com/)
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